Los devoradores de energía...
Los aeropuertos y las estaciones de tren son, por su naturaleza, edificios en gran parte abiertos y cuyas pérdidas de energía pueden ser colosales. Actividades tan variadas como las de pasajeros, de carga o de mantenimiento industrial y de equipos también tienen especificaciones diferentes, en especial por la noción de comodidad de los viajeros para no afectar su experiencia y incentivar la asistencia.
Las fuentes de energía también son numerosas y su distribución se extiende por grandes extensiones: agua caliente, agua de refrigeración, agua potable, gas y otros derivados del petróleo, electricidad en baja, media y alta tensión, cogeneración, autoproducción solar, aerogeneradores, bombas de calor, aire, etc., todos presentan oportunidades para ahorros y ganancias sustanciales al identificar pérdidas y proporcionar una buena visión general del gasto de energía.
Predominan dos aspectos:
– El consumo colosal de instalaciones como estaciones y aeropuertos: Aéroports de Paris, que gestiona las plataformas Charles-de-Gaulle, Orly y Bourget, compró 488.427 MWh en 2013 (fuente latribune.fr)
– La obligación de servicio que también conlleva un coste importante porque cualquier «apagón» está terminantemente prohibido. Imagine una torre de control o puestos de gestión de tráfico repentinamente sin energía cuando los aviones se acercan…
Para las estaciones, el ejemplo de la SNCF habla por sí mismo: el grupo es el primer consumidor industrial de electricidad en Francia con más de 9000 GWh por año, es decir, aproximadamente la producción de una central nuclear, el 81% de los cuales es para la tracción de 15.000 trenes circulan diariamente, el 16% para operar edificios (estaciones, oficinas, talleres, etc.) y el 3% para carretera (principalmente vehículos de servicio).
Tras la renovación de la estación de St Lazare en París, las medidas de ahorro energético permitieron un ahorro inmediato del 20% del presupuesto eléctrico dedicado al edificio (excluyendo la energía de tracción).